
Asome la muerte oscura,
entre tú mirada,
zarpazos al aire,
que desgarran los lamentos.
Toma de los pechos la vida,
quitando al corazón su sentido,
hablan a los oídos los colmillos,
los tímpanos te castigan con sus trompetas.
Afán de salir ileso,
cuando la daga atraviesa,
el cuerpo de tus temores,
los filos derriten las armaduras.
Son soldados sin vida,
al son de sus cañones,
hordas crueles se animan,
empalando corazones.
Despeje la niebla,
el soplo de mil dragones,
se reagruparon las bestias,
con el toque de sus tambores.
Cesares de púrpura y negro,
avivan a sus legiones,
primero los centuriones,
después las escuadras en formación.
Reafirman su condición,
de vengadores oscuros,
derrota sin bandera blanca,
se tiñeron de rojo las telas.
El mundo contempla inerte,
la resurrección de su negación,
no hay arcángeles en el submundo,
que eviten la cruxificcion.
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