
Te han llamado dueña de la noche, de lo oscuro,
lo lúgubre, lo siniestro (para las almas nuevas,
aquellas que todavía no han conocido la pena).
Has de disfrazarte de luz radiante, infiltrándote en lo oculto,
has de transitar el tiempo sin su deseo, invitando a lo eterno…
Eres reina de la luz y la sombra, visitante inmortal de los hombres,
bebiendo de ellos cada sorbo de su líquido vital.
Te veo sabia, gran dama, para algunos espeluznante
mas para mi, quizás por parecerse mis profundos adentros,
ilustrada, domadora de lo recóndito, mujer avasallante.
Tu arte y mi arte se parecen, se funden y estremecen
al ser destruidos por hombres que enlanguidecen.
Somos niñas y mujeres, adoramos el buen gusto, la poesía
así mostramos al mundo nuestra algarabía,
pequeñas y grandiosas entre las penumbras y la luz resplandeciente.
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